viernes, 18 de enero de 2013

Soneto nocturno (8)


Se juntan los dos en la oscuridad
entre el aleteo de mariposas,
el roce de los besos en sus bocas
y contemplan sus almas como el mar,

agitadas y revueltas las olas,
la tempestad del deseo fugaz,
la dulce llamada de lo carnal
como el agua que acaricia las rocas.

Las rocas que se alzan de la tierra,
la tierra que se hunde entre sus valles,
los valles que se funden con la arena

donde crean con sus cuerpos el baile
del placer, del orgasmo, de la hoguera
que dicta sus ritmos bellos, salvajes.

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