martes, 8 de enero de 2013

Soneto nocturno (4)


Si tu suave piel fuera recorrida
en esta hora por mis sencillas manos,
si tu risa me estuviera abrazando
y en el abrazo se uniera a la mía,

si tus pies trazaran el sutil arco
de la belleza, de la vida misma,
y tus pestañas cruzaran la sima
que se desvanece hacia mis labios...

esta noche no acabaría nunca
envueltos en el placer de los besos,
del sudor que se desliza en tu nuca

y baja para enredarse en tu pelo.
Esta noche no acabaría nunca
pues nunca se acabaría el deseo.

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