martes, 2 de septiembre de 2014

A García Lorca


Algo jugaba en tus versos
con la sonrisa de un niño,
con las flores y los besos
y la luz de los sentidos;
pero cortaron del cielo
los jazmines y los libros.
«¡Federico!, ¡Federico!»,
pregunta la tierra al trigo,
«¡Federico!, ¿a dónde has ido?»

No te mataron cuchillos
sino un perdigón de sangre
que resonó como un grito
por entre los olivares
(un retumbar asesino
con esqueleto de alambre.)
«¡Federico!, ¡Federico!»,
susurra la rosa al lirio,
«¡Federico!, ¿a dónde has ido?»

Tuyo el recuerdo del búho
surge entre sus grandes ojos,
tuyo el silencio del luto
y el resoplar de los toros;
con el toque de difuntos
mueren los cisnes hermosos.
«¡Federico!, ¡Federico!»,
lamenta el viento al rocío,
«¡Federico!, ¿a dónde has ido?»