martes, 25 de febrero de 2014

El abismo


Algún rumor sordo se escucha en las calles
cuando los borrachos agitan sus vasos,
palabras terribles entre los parados:
dos golpes de estado y la gente aplaude.

En nuestras fronteras se mata a la gente
(y suena el aplauso); y, mucho más cerca,
ya llegan las multas a los que protestan;
y la policía saquea las sedes

donde el pueblo aún habla con su voz cansada
de tanta mentira, de tanta avaricia,
de los salvapatrias que todo codician
repletos de halagos de mentes domadas.

Al este a los nazis de cara de niño
también se le aplaude, y ya habrá momento
para combatir al fuego con fuego...
Vamos de cabeza al abismo.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Una historia coruñesa (II)



  Subieron las viejas escaleras con calculada calma, una a una, sin precipitarse. La madera se combaba levemente bajo sus pies dejando en el aire su sonido característico. Allí dentro, el luminoso día parecía apagarse; tan solo unos pocos haces de luz se deslizaban por el resquicio de la puerta y los tristes ventanucos que daban hacia afuera estaban cubiertos de polvo y manchas grasientas.

  Habían quedado con Antonio y su compañera. Habían quedado con la antelación recomendada. En su casa, como venía siendo habitual. Allí tendrían mucho de lo que hablar, muchas cosas que discutir en baja voz. Un oxímoron de libro al que les obligaba la vida que los cuatro habían escogido. Una vida en la que uno debe discutir en susurros no es una buena vida, pero era la única que tenían, la única de la que sabían y la única que podían vivir. Los cuatro, en el centro de muchas más personas de discusiones susurradas.

  José y su acompañante no se dirigieron la palabra mientras subían esas escaleras. Lo hicieron en un silencio sepulcral, amenazador. Quizá hasta premonitorio. Un símbolo del largo silencio que atravesaba su tierra... o, simplemente, una pequeña precaución más de esas que seguían ya de forma natural, por la fuerza de la costumbre.

  Claro que ellos entonces aún no sabían lo que le había pasado a Antonio y a su compañera el día anterior, en una cafetería.

  Pero no tardaron en imaginárselo.

  Nada más llegar al piso al que se dirigían, doblando un recodo en los escalones, se toparon de bruces con dos tipos de aspecto siniestro en la puerta de sus amigos.

  Entonces se lo imaginaron, de forma súbita, sin tiempo para respirar, ni para pensar. Se lo imaginaron y supieron que tendrían que actuar.


 (Continuará)

martes, 11 de febrero de 2014

Autorretrato


Yo no soy buena persona,
me conozco demasiado
y me he pasado mis horas
dando vueltas a lo humano
que en el alma desemboca.

Yo no soy bien encarado,
yo respondo mal y pronto,
muchas veces me emborracho
y odio el viento, odio todo
lo que escapa de mis manos.

Yo no soy un rumor sordo,
yo hablo de las cosas ciertas,
de las que están en el fondo
tras las falsas apariencias
que se tornan en escombros.

viernes, 7 de febrero de 2014

Y así se acabaron las palabras


Y así se acabaron las palabras,
porque las palabras son mentira;
son un autómata que camina,
ciego y rodeado por la nada.

Y así se murieron las sonrisas,
porque las sonrisas son esclavas
de las memorias sin importancia
que salen volando con la brisa.

Porque las sonrisas son fugaces
y se van cuando muere el recuerdo,
se pierden entre los temporales
y solo queda el soplar del viento.

Porque las palabras son sonido
y desvanecen con la distancia,
se olvidan al elevarse el frío
aunque en ellas aún quede la llama.

lunes, 3 de febrero de 2014

Canción (incongruente) de amor


Vaga el hombre en sus soledades
seguido por la luna llena
siempre buscando descubrir
lo que habita bajo la tierra.

¡Busca, amigo, busca
entre la tierra serena!

Canta la niña en su silencio
un río de plata y de piedras
encontrando en las armonías
lo que significa la pena.

¡Canta, niña, canta
hacia los cielos vacíos!

Llora el joven en un portal
por lo que se siente perdido
ahogando entre marinos tragos
lo que no se lleva el olvido.

¡Llora, chico, llora
volcado sobre la acera!

Rompe la mujer en su casa
con todo un pasado de hastío
yendo hacia su nuevo mañana
siguiendo la risa de un niño.

¡Rompe, mujer, rompe
con todos los desatinos!