jueves, 11 de junio de 2015

Declaración de intenciones


Cuando era inocente como un niño
no veía los ojos de tierra
ni las manos que, como guadañas,
siempre siegan los sueños futuros.

Cuando era inocente como un niño
no veía las lágrimas rojas,
las llagas de envenenados besos
que germinan en largas afueras.

Ahora la inocencia se ha ido
y con ella se lleva las rosas
que no crecieron en primavera.

Son las canas ahora las reinas
de un laberinto gris y sombrío
en el fondo de nuestras cabezas.

Cuando era inocente como un niño
no brillaba la maldad en mis ojos;
pero ahora que ya hemos crecido
nuestras bocas supuran silencios.

Cuando era inocente como un niño
no cortaban mis manos los frutos;
pero ahora al coger el racimo
nos complace que el árbol se pudra.

Pero aquí yo me planto y os digo
desde mi rincón frío y oscuro:
«Con palabras sin ritmo ni rima

hemos crecido al son del disturbio
para hacer lo que debe ser hecho:
declararle la guerra a este mundo.»