viernes, 4 de enero de 2013

Soneto nocturno (2)


La noche es buena para los amantes
que se acercan y comparten sus besos
varados en los fugaces instantes
en que los cuerpos se juntan traviesos.

Al cruzar sus miradas penetrantes
y realizar sus deseos expresos
deslizando sus manos deslumbrantes
por sus senos, su boca, sus excesos

y su muslo, su sexo (y su cara,
tan bella y perfecta), el tiempo para
y lo nocturno se adueña de todo:

del universo, del agua, del modo
en que tan silenciosa cae la luna
en la noche callada, en la bruma.


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