El tren por fin esta llegando. Nunca me ha gustado viajar en avión. El tren es mucho mejor. Los aviones se caen y los hombres no estamos hechos para volar. Si Dios hubiera querido eso nos hubiera puesto alas.
Ahora sí que reconozco la canción. Todo el viaje escuchándola. La Gran Fuga, se llama, un buen nombre. En cierto modo este viaje es mi gran fuga. Huyo de mi vida de contable. El psicólogo se puede ir a tomar por culo, esos malditos loqueros no hacen otra cosa más que robar dinero, ¡eso ni siquiera es una ciencia, por el amor de dios! Pero al menos tengo la canción, ya no me inquieta, como antes.
La música es sólo matemática, ahora entiendo. Y esa comprensión es soberana. La Gran Fuga de Beethoven no es más que una ecuación complejísima, cuya resolución final conquista el paraíso. Mi gran fuga es mucho más complicada, huir de mi vida, sí. Pero no del estrés que dice el loquero, huir de ese puto cabrón que me persigue. El puto cabrón trajeado. No lo he visto en el tren, tampoco en la estación. Igual le logro dar esquinazo. ¿Quién coño será? ¿Alguien del gobierno quizás? En mi vida nunca he mosqueado a nadie, ni me he metido en asuntos turbios con mafias ni nada así. ¿Quizás alguien mandado por mi ex- mujer para algo? Bah, no creo, eso si que parece un pensamiento paranoico. No sé ni por qué me acuerdo de ella.
Porque ella no es la mujer rubia. Ella no es la mujer rubia.
¿Cuál es la diferencia entre sueño y realidad? Aún no tengo respuesta a esa pregunta. Ese maldito sueño es más real que la vida misma. ¿Y si mi propia vida no fuera más que un sueño?
Al menos las matemáticas son reales, lógicas. No como este caos del mundo. Aunque el mundo funciona a base de matemáticas, todo son números, todo son ecuaciones y diagramas. Hasta la ruleta.
Sí, este es el principio de mi gran fuga, puedo ganar algunos millones con mi método. No puede fallar. Y después al extranjero, allí nadie me podrá encontrar, aunque ese de negro sea del gobierno allí fuera no me podrá alcanzar.
Sí, huir de todo, como las notas de esa fuga hacia el final apoteósico.
El tren para. Espero ser bienvenido en Las Vegas.
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