Ya me he instalado en mi hotel y esta noche empezaré a analizar las ruletas. Hace calor, quizás demasiado, al fin y al cabo esta ciudad está en mitad del desierto. Sí, analizaré las ruletas, pero con cuidado. Todos estos casinos están controlados por mafias, y si ven que tienes un método te echan o algo peor. Tendré que disimular, pero esta noche empezaré.
El puto loquero no tenía razón. Ya estoy desestresándome según me dijo pero el sueño sigue tan real como siempre, y siempre igual. Me llevan de la celda, atravieso una puerta y está el hombre del traje negro con su aparato infernal. Entonces yo lo mato y se convierte en la mujer rubia.
¿Quién es la mujer rubia? Sé que la conozco, en el sueño es mi esposa, pero no lo es realmente. Pero sé que la conozco de algo, he tenido que verla en alguna parte, aunque no sé en donde.
No sé por qué pero en ocasiones pienso que ese sueño es más real que mi propia vida. Y ese pensamiento me provoca tanta paz como el acorde final del opus 133 de Beethoven. Tras la turbulencia llega la calma. Y ese nombre con el que me llama: “Füller” parece más apropiado que Conrad, no sé por qué. Quizá sea porque tengo rasgos alemanes.
En ese sueño hay algo más, lo sé.
Hoy he visto a ese concertista. Fue una sensación muy extraña. El chico tocaba el violín, bastante bien además y sus movimientos eran tan lógicos... Era como si en todo momento supiera cual era la siguiente nota. Quizás mañana me compre un violín, aunque debería dejarme de tantos espectáculos y tanta tontería y dedicarme a lo que he venido a hacer aquí. Ya tengo alguna ruleta controlada. Mañana empezaré a jugar, con pequeñas cantidades, tengo que verificar si mi método funciona, sólo espero no levantar sospechas.
Funciona, el método funciona a la perfección. Mañana no apostaré nada, iré a otro casino a empezar a analizar sus ruletas y otro día volveré a este, tengo que evitar sospechas.
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