viernes, 3 de septiembre de 2010

Opus 133 (2.- Lo Aparente - 1)


  El caso parecía de lo más normal en un principio. Recibimos desde comisaría un aviso de un presunto hurto y nos fuimos para allí mi compañero y yo. Era la consulta de un psicólogo o un psiquiatra, un puto loquero vamos, no sé muy bien cuales son unos y cuales son otros. Así que allí llegamos y vimos que habían forzado la cerradura, pero estaba bastante bien forzada, llevo ya muchos años de servicio y sé reconocer el trabajo de un profesional, en la calle siempre se aprenden estas cosas de las que ustedes, los de despacho, no tienen ni idea. No se lo tome a mal, no se deje llevar por los desvaríos de un perro viejo como yo.

  Bueno, el caso es que entramos y vimos que no habían robado el dinero ni hostias, sólo habían revuelto en una especie de archivador. Por todo el suelo había lo que parecían fichas de los pacientes y cosas de esas de médicos tiradas por allí y uno de los cajones también estaba forzado. Bueno, que dimos nuestro informe y esperamos a que los expertos investigaran el caso sin darle mayor importancia. Supongo que ya habrá leído usted el informe, ¿no?

  El tema es que dos semanas después el caso no había avanzado nada, y yo me empecé a preocupar. El comisario se negó a darme los informes de la científica y me dijo que me olvidara del tema. Supongo que ya lo ha conocido usted, no es más que un niñato de esos de universidad, que se cree que saben mucho, pero la gente como usted o como yo bien sabemos que en este trabajo los estudios poco importan. Aquí lo que vale es la experiencia, ¿verdad?

  Bueno, que hablé con un amigo que tengo en la científica. Usted entenderá que no le de el nombre, no quiero meter en marrones a nadie. El chaval este me dijo que no habían encontrado huellas ni nada. Y eso sí que me escamó un poco más. Tenía esa sensación que se tiene a veces, ya sabe de lo que le hablo, esa sensación de que en un caso hay mucho más de lo que parece.

  No sabía muy bien como seguir la investigación, aparte de que el niñato del comisario me había dicho que no lo hiciera, pero yo soy de estos que no duermen bien si no hacen bien su trabajo, como usted, supongo. Bueno, pues me enteré de que el tal Doctor Smith tenía una secretaria: la señorita Sarah, morena, buenas piernas. Unos veintialgo tendría. Así que hablé con ella y por lo visto había notado la falta del expediente de uno de los pacientes del loquero, un tal Joseph Conrad.

  Por cierto, que aparte de notar la falta de este expediente también había notado la falta de su jefe desde el día que entraron en la consulta. Esto sí que me mosqueó de verdad. Una cosa era un puto robo de mierda, pero otra una desaparición. Como puede usted ver, mi intuición nunca me falla, son ya muchos años de servicio.

 La familia del médico también había denunciado esto pero la investigación estaba parada. En un principio sospeché de la secretaria, ya sabe lo que pasa entre las secretarias veinteañeras atractivas y sus jefes cuarentones, ¿verdad? Bueno, bueno, tampoco se ponga usted así, sólo era un comentario.

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