jueves, 19 de agosto de 2010

Opus 133 (1.- El Sueño - 4)


 “… el sueño del sujeto no cesa de repetirse, cada vez con un detalle mayor. Sigo sosteniendo que es simplemente un producto del estrés provocado por su trabajo, combinado con un sentimiento de venganza hacia su ex mujer que ha tratado de mantener oculto tras su divorcio. Uno de los últimos detalles que más inquietud ha provocado en el sujeto es la aparición de una melodía como banda sonora del sueño. Él afirma desconocerla y es probable que conscientemente sea así. Sospecho que podría tratarse de algún tipo de melodía infantil que ha quedado grabada en su subconsciente. Otra teoría podría indicar que la mujer desconocida de su sueño no es su esposa sino su madre. Existe la posibilidad de que haya sido maltratado y haya sepultado ese recuerdo en lo más profundo de su mente. Preguntarle por sus padres en la próxima sesión. Por otra parte, a sus síntomas de ansiedad se le acaba de añadir el de la paranoia lo que complica bastante el diagnóstico. Quizás me haya equivocado desde un principio y el sujeto muestre un cuadro patológico más grave del que pensaba.”

LA GRAVEDAD DE SU ESTADO ERA EVIDENTE, PERO USTED MISMO NOS PROPORCIONÓ LA SOLUCIÓN PERFECTA.

  No descubrí el por qué de su nerviosismo hasta un tiempo más tarde. Ese día estaba peor que de costumbre: recuerdo que miraba con mala cara a todos los clientes e incluso había llegado a asustar a esa señora mayor que viene aquí a tomarse su té enfundada en su abrigo de piel. La gota que colmó el vaso fue cuando Jimmy intentó coger el tablero de ajedrez que estaba a su lado. Él no lo había visto, claro, pero el respingo que pegó cuando se dio cuenta de su presencia y el gesto amenazador de su cara no presagiaban nada bueno.

  No tuve más remedio que preguntarle por lo que le pasaba, o eso o tendría que acabar echándolo. Él me dijo que atravesaba una mala época, que hasta estaba yendo a un psicólogo (me llegó hasta a enseñar la tarjeta, un tal Doctor Lionel Smith). Según me contó tenía la misma pesadilla todas las noches, y cada vez era más vívida. Claro que eso no me pareció motivo suficiente como para estar así por lo que intenté seguir indagando, pero él se cerró en banda y me pidió otro whisky. Cuando se lo puse miré de reojo, sin pretenderlo por supuesto, a sus papeles desperdigados por toda la barra y pude ver como en uno de ellos, entre sus incontables números y simbolitos raros había escrito una y otra vez la misma frase. ¿Que qué frase? Creo que era algo así como: “No hay diferencia entre sueño y recuerdo”. Entonces supe que Joseph Conrad estaba realmente como una puñetera cabra.

SÍ, SU OBJETIVO ERA MUY LOABLE, PERO EN LA MAYORÍA DE LAS OCASIONES ES MÁS NECESARIO LO PRÁCTICO QUE LO LOABLE.


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