jueves, 14 de febrero de 2013

Soneto nocturno (11)


Divisar el mañana, encontrar un camino
en el cual las pasiones, los momentos, los besos
del amante a la amada se remarquen impresos
en lo breve del tiempo, en ardor repentino.

Vadear estos ríos del insomnio malditos,
esquivar los problemas de la vida orgullosa
y emerger victorioso, aferrando la rosa
del mirar delicado de unos ojos bonitos.

En la noche que pasa, silenciosa y callada,
contemplando la luna, las estrellas y el cielo
(las farolas oscuras, el cantar de la nada),

el poeta se cansa de apartar el flagelo
del temor y la duda, que le espera apostada
a la puerta de casa, impidiendo sus sueños.

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