La palabra me
arrastra al infinito
de tus
labios, tus ojos y tu boca,
lo eterno de
tu risa que me toca
sobre la piel
indigna en que yo habito.
Por las
noches me siento a imaginarte,
chiquilla que
se esconde entre las cosas,
entre las
azucenas y las rosas,
entre los
versos lúcidos del arte.
Mujer que
entre los sueños se aparece
con sus
pechos desnudos y su encanto
y con su voz,
donde el jazmín florece.
Mujer de
labios rojos, blanco manto
y de alma en
que lo oscuro resplandece
con su
pasión; a esa mujer yo canto.
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