En segundos
observo su llegada:
la
desintegración del universo,
el final que
carece de reverso
desde mi casa
blanca y desolada.
En tan solo
un momento todo acaba
con la luz
cegadora y el vacío,
y con la
soledad, y con el frío
que envolverá
a todo lo que amaba.
El vacío no
es más que la semilla,
la semilla
que nunca da crecido
solitaria en
la fría pesadilla;
porque la luz
es muerte y es olvido,
pues se
pierde en el tiempo lo que brilla
y lo amado
hay que darlo por perdido.
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