En momentos
extraños de la fría mañana
se rozan
entre sí los preciados recuerdos
que se nos
acumulan criando telarañas.
Escondemos
los llantos para escapar del tiempo
en la noche
naciente yaciente donde pasan las horas,
donde resuena
un «te amo», donde surgen los sueños.
Y es con el
viento helado que de improviso brota
rugiendo por
partir un ruidoso silencio
que solitario
aúlla la silenciosa nota
surgida entre
las manos de los mil besos muertos
que en la
nada se mueren por ansiar el nacer,
por salir de
tus labios, por surgir en los versos,
en el
amanecer, en el tiempo que fue.
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