Cantad a los
niños,
contadles
verdades,
decidles que
en la vida nos aguardan
demasiados
males:
el odio y la
guerra,
la peste y la
plaga,
los gritos de
los inocentes que resuenan
y quedan en
nada,...
Y cosas
peores,
como la
ilusión
vana,
engañosa, sombría y oscura
de sentir
amor.
Decidles bien
alto:
«¡Mentira,
mentira!,
nada hay más
falso que amar sin sentido,
amar sin
medida.»
Amar es
belleza,
sí, nadie lo
duda;
también es
sufrir, también es mentir
y entrar en
la burla
de los
sentimientos
que esquivos
se escapan
de música y
verso, de canto y de aire,
de sobrias
palabras.
Cantad a los
niños,
contadles
historias
de amantes
que, perdidos, se nos fueron
de nuestra
memoria.
Cantad a los
niños,
recitadles
versos
que hablen
del poeta y de por qué
se queda sin
besos.
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