Retorcidas callejuelas
que se pierden en la noche, oscuros recovecos donde se desatan las
pasiones, senderos de tierra que entierran los amores. Así eres tú,
estos son tus atributos, tus encantos y deleites. La ciudad donde el
día es más oscuro que la noche, pues el alba trae la muerte y en la
noche todo se esconde.
Patios perforados por
las escalas de los amantes, sucias tabernas que escancian el vino del
olvido, casas de hechiceras donde se desvirgan las doncellas. Esto es
lo que eres, sin florituras ni artificios. Ciudad donde el sexo
despeña al amor a su muerte y los padres en el engaño duermen.
Jóvenes siguiendo a
prostitutas cojitrancas, viejas cuyo nombre resuena al entrechocar
las piedras, señores y señoras que se arrojan al suicidio y la
venganza. Esta, ciudad, es tu esencia, pura y llanamente. Lugar de
matones y casquivanas, de putas sabias y damas engañadas.
Tendrías tantos nombres
que ni siquiera te han nombrado: Sión, Babilonia, Toledo o
Salamanca, ¿qué más da? Un nombre solo encierra distinciones sin
sentido de ese todo que es el mundo. Y dime, ciudad, ¿qué eres tú
sino el mundo en que vivimos, con sus penas y aflicciones? Porque tú
eres todo lo que brota, la esencia pura del ser. Tú eres todo lo que
brota y todo lo que muere, pues el nacer lleva al morir como el vivir
lleva al pecado in hoc lachrimarum valle.
En esto veo, mis amigos,
la ignominia de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario