En los
silencios se define el mundo,
en los
espacios entre tus palabras,
en el
decidirnos a no ser uno;
por eso nunca
debes decir que amas:
nombrar es
convertir en artificio
y el
artificio siempre queda en nada.
Nombrar algo
es darlo en sí por perdido,
sembrar en el
ser las contradicciones,
admitir la
derrota, el olvido.
Nombrar es
revivir cientos de errores
en que la
palabra ha sido forjada.
Por eso, no
llores, no ames, porque
son los mares
los que se hacen de lágrimas,
del llanto
turbio surgen los océanos,
de la
esperanza renacen las playas.
De estas
cosas el mundo está repleto:
de definir el
amor por ausencias,
de sentir la
música por silencios.
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