La noche
tiene mil ojos que nos ocultan las estrellas
con un gran
velo dorado y una negra turbación.
Tiene también
cuatro rostros y un oscuro corazón
palpitando
sin descanso y anunciando cien querellas.
Un rostro
tiene de pena, otro rostro de canción,
que se miran
en sus brazos apurando las botellas
en las horas
que reflejan las emociones más bellas:
el anhelo del
verano, esa triste sensación.
Otro rostro,
soledad; y por último, el amor;
estos se
callan al vernos, por sus palabras guardar,
por no dar a
los amantes ni un atisbo de verdad.
Ella sigue
siempre igual sin importarle la edad,
en su vuelo
sin motor surca infinitos los mares,
avanza en el
firmamento, y lo que sea, será.
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