Quiero
escapar del aluminio,
huir de las
verjas de acero,
dejar atrás
las petroquímicas
y de día
acosar al viento
tomando para
mí su sombra.
¡Qué corra,
déjalo que corra!
Quiero dejar
las carreteras,
huir de las
naves cromadas,
salir del
reino de las tejas
y de noche
buscar las hadas
perdido por
entre las frondas.
¡Qué corra,
déjalo que corra!
¡Qué corra,
déjalo que corra
por entre los
campos y las flores
sobre el aire
y entre las olas,
escapando de
los camiones,
huyendo de
las licuadoras,
dejando en
libertad las horas!
¡Qué huya,
déjalo que huya
hacia las
nubes, hacia el cielo,
que se diluya
entre la bruma
dejando tras
sí el momento,
huyendo de
los madrugones,
escapando por
los balcones!
Quiero
escapar de la rutina,
huir de los
meses vacíos,
dejar atrás
toda atonía
y de noche
abrir los sentidos
para ser
música y ser obra.
¡Qué corra,
déjalo que corra!
Quiero dejar
la redundancia,
huir de lo
que ya he vivido,
escapar del
sueño que mata
y florecer
junto a un río
para ser oda,
verso, canto,
un centelleo entre los rayos.
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