Anteriormente en Opus 133
Mientras la vida del
señor Bergman transcurría con su monotonía habitual nosotros
mejoramos notablemente el procedimiento de implantación de
recuerdos. Bien es cierto que seguimos necesitando la máquina
desarrollada por el señor Füller para la implantación total, pero
hemos logrado realizar implantaciones parciales mediante ultrasonidos
en la música normal y corriente, sin necesidad de recurrir a ningún
aparato de aspecto extraño. El método ha sido muy exitoso y en la
actualidad muchas empresas lo utilizan en sus anuncios para
comercializar sus productos, pagando una cuantiosa suma a nuestro
gobierno, por supuesto. También ha sido demostrado ser válido para
inculcar valores tales como la lealtad o el patriotismo. Esa ha sido
sin duda la aportación más completa de Brian Füller a la
humanidad.
Pero mientras las cosas
nos iban tan bien a nosotros, el señor Bergman lo estaba pasando un
poco mal. Cierta melodía insistente se le repetía una y otra vez,
un tema de Beethoven, tengo entendido. Por supuesto estábamos
realizando un seguimiento y en seguida nos dimos cuenta de que tan
repentino talento musical en una persona sin el menor gusto estético
resultaba extremadamente sospechoso. Nuestros científicos lo
analizaron y llegaron a una interesante conclusión: habíamos sido
capaces de eliminar todos los recuerdos de Füller, pero la música,
eso no fuimos capaces de eliminarlo.
La única solución que
vimos factible fue implantarle unos nuevos recuerdos y enviarlo a un
lugar donde su talento musical no pudiera ser desarrollado y, por tanto, pasara inadvertido. Casualmente
por aquellos días había sido asesinado en una de nuestras
atestadísimas prisiones un tipo de lo más rastrero, un tratante de
blancas que había llegado a matar a su propia esposa. Así fue
como el cuerpo del señor Füller, tras pasar unos años por Joseph
Bergman, agente de seguros, asumió todos los recuerdos del
presidiario 4815162342 conocido para el gran público como Steven
Butcher. Un traslado a otro presidio y el problema estaba
solucionado. O eso pensábamos entonces, pero resultó no ser así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario