Algún rumor
sordo se escucha en las calles
cuando los
borrachos agitan sus vasos,
palabras
terribles entre los parados:
dos golpes de
estado y la gente aplaude.
En nuestras
fronteras se mata a la gente
(y suena el
aplauso); y, mucho más cerca,
ya llegan las
multas a los que protestan;
y la policía
saquea las sedes
donde el
pueblo aún habla con su voz cansada
de tanta
mentira, de tanta avaricia,
de los
salvapatrias que todo codician
repletos de
halagos de mentes domadas.
Al este a los
nazis de cara de niño
también se
le aplaude, y ya habrá momento
para combatir
al fuego con fuego...
Vamos de
cabeza al abismo.
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