viernes, 10 de febrero de 2012

Para contentar a sus señorías


Para contentar a sus señorías
en renglones bien torcidos yo escribo,
pues todos ya sabemos
que la justicia es algo serio, frío,
de gran rigidez e imparcialidad;
y tendrán sus motivos
para dar su sentencia.
Y nosotros, a estar agradecidos.

Para contentar a sus señorías
yo enseguida les digo
que cuando era banquero, robé,
¿pero es eso un delito?
No lo es a mi juicio,
si no bien natural, y hasta bonito,
pues para algo lo hemos ganado.
Y nosotros, a estar agradecidos.

Cosa sencilla es dictar sentencia,
¿pobre acusado?, cadena perpetua
(mayor motivo si cargao de deudas).
¿Rico y con trajes?, pues muestra clemencia.

Para contentar a sus señorías
yo nunca llamé a nadie fascista,
Dios me libre de eso,
que a mí me enseñaron los jesuítas.
Sí que tiene delito
no haber sido antes de los franquistas,
si no estar con los rojos.
Eso lo sé yo, sin mi abogacía.

Para contentar a sus señorías
mando unos dineros por mi amiga
a repartir entre usted y el jurado,
que es lo que aquí se estila;
pero más para usted.
"Que el vulgo no caiga en la avaricia",
que así nos enseña Cristo y el Papa.
Eso lo sé yo, sin mi abogacía.

Cosa sencilla es dictar sentencia,
¿pobre acusado?, cadena perpetua
(mayor motivo si cargao de deudas).
¿Rico y con trajes?, pues muestra clemencia.

Para contentar a sus señorías
yo, aquí, me despido;
y les mando un saludo
para la familia, seres queridos,
y un fuerte abrazo para el presidente,
que son bien seguro grandes amigos
de tanto que llama en medio del juicio.
Y nosotros, a estar agradecidos.

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